Desaparición y Transformación

el

Karen estaba enfrente de la ventana, que ahora se la antojaba vacía, eran las ocho menos dos minutos y no había nadie al otro lado. Esperó unos minutos mirando a izquierda y derecha, nada. Comprobó el reloj de su móvil y el de la cocina, las ocho y seis, nadie.

—No hay nadie aplaudiendo.
—Dejaron de anunciarlo en la tele —le gritó Charlie desde el salón.

Karen hizo una mueca de duda y volvió a asomarse a la ventana, en vez de vecinos aplaudiendo solo vio tráfico. ¡Volvió la normalidad! En vez de aplausos o cacerolas, himnos o verbena, el sonido que llegaba a través de la ventana eran los motores de los vehículos.
Cerró la ventana y se dirigió al salón dejándose caer en el sofá.

—Ha desaparecido así sin más… ¿entonces todo fue mentira? ¿Éramos borregos?

Charlie miró a Karen, su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y decepción, a pesar de todo ella había intentado mantenerse firme en el positivismo, había flaqueado varias veces pero se había recuperado pensando en ese cambio tan esperado. Antes de contestar lo que de verdad le apetecía decir, volvió a mirarla y recalculó sus palabras.

—Si y no… Es decir, al principio, supongo que sí se creó un movimiento espontáneo, al pasar los días y empezar a notar los estragos del virus para que las personas no cejaran en su buena fe y su apoyo pasó a ser de algo natural a algo establecido. Cuando el momento del aplauso pasó a formar parte de la parrilla televisiva y se organizaban vermuts y fiestas de ventana a ventana que luego se movían por las redes sociales… ahí dejó de ser lo que fue y como toda moda momentánea desapareció tan rápido como empezó. Date cuenta que hoy volvemos a salir a las calles, nos empezamos a juntar con las familias y amigos, en realidad quedar con el vecino a aplaudir no tiene sentido. —Karen escuchó a Charlie atentamente intentando entender cada palabra, rebuscando entre ese discurso su haz de luz pero no lo encontró. Charlie se dio cuenta —. Esto no quiere decir que las personas no aplaudieran con el corazón y que la mayoría no intentara o esperara algún cambio en todos nosotros, incluso los de las cacerolas en protesta de unos y otros… solo quiere decir…
—Que somos humanos, que los políticos y la prensa se adueñan de nuestros actos de humanidad y que cuando se abren las puertas las ventanas se cierran —le cortó Karen visiblemente afectada. —Hemos perdido los trabajos que teníamos para estos meses, no me corresponde ninguna ayuda, eso sí, pagar sí… todo este tiempo intentando ignorar el odio y la separación de los unos y los otros, meses sin ver a la familia y lo que queda… no hemos podido despedirnos de nuestros seres queridos… —La impotencia  y el dolor se acumulaban en sus mejillas y sus ojos, todo el cansancio y toda su lucha interna de este tiempo salían a borbotones—…  mascarillas y guantes, sin tocarnos, sin hablar, comercios cerrados, treinta mil muertos que sepamos, peleas en el circo del congreso, poder y falta de responsabilidad y nosotros animales que se adaptan.

Charlie se levantó de su silla y se sentó a su lado, mirándola con todo el cariño que en ese momento necesitaba.

—Somos afortunados. Olvídate de las modas, de las luchas, de los políticos, del dinero…
—¿Pero cómo quieres que me…?
—Olvídalo o no lo olvides, apárcalo, es cierto todo eso está ahí y es real, pero también es real los actos buenos, la cantidad de propietarios que perdonaron el pago del alquiler, la cantidad de personas que se unieron para llevar comida a los que lo necesitaban, para coser mascarillas, para ir a la compra a sus vecinos mayores, padres que hicieron todo lo posible para que sus hijos pasaran el confinamiento de la mejor manera, familias que entendieron el valor de los abuelos, el valor de los abrazos, de la comunicación… todo eso lo dijiste tú y también es real y esto nada tiene que ver con los políticos, ni con la prensa ni con nada que no sea sincero. —Charlie sabía que le tocaba a él ver al unicornio, y que a Karen le encantaba tener razón. —Se cayeron proyectos y puede que no nos toque la paga del estado pero gracias a la gente que nos rodea vuelven a surgir proyectos nuevos de los que podemos aprender y disfrutar. Somos muy afortunados.
—Gracias —dijo ella, secándose las lágrimas —.Tienes razón.
—¿Cómo qué has dicho? A ver repítelo que lo quiero grabar ¿yo tengo razón?
—Eres idiota —Y le estampó un cojín en la cara. Ambos empezaron a reír a carcajadas soltando,  de otra forma, toda la adrenalina acumulada. Cuando se quedaron sin fuelle, Charlie se levantó  del sofá.
—Ven. — Cogió de la mano a Karen y la llevó a la ventana—. Aplaudamos por última vez, vamos a despedirnos como empezamos, dando gracias, a los que hicieron su trabajo sin medios, a los que se fueron, a los que ayudaron como pudieron, aplaudamos por los que siguen luchando por sanar, por los que siguen adelante con sus comercios, con sus familias, por los que respetan, por los que aprendieron algo.
—Un momento—dijo Karen frenando el aplauso, salió del salón un momento para volver con su móvil y poner de fondo “Sultan of Swing” —Ahora sí. Gracias por todas las personas buenas que nos rodean aquí y allá.
Eran las ocho y veintidós, aplaudieron con la misma fuerza o incluso más que el primer día, su aplauso resonaba en la calle solitario por encima de miradas curiosas y motores de coche, esta vez no miraban otras ventanas, sus ojos se elevaban por encima de los edificios hacia ese cielo azul que marcaba el principio del verano. No llevaban ni veinte segundos aplaudiendo cuando se escucharon otras manos que salían de otra ventana cercana, poco a poco se fueron uniendo más personas a ese aplauso, al final serían cinco o seis ventanas, no importaba la cantidad a Karen le pareció la ciudad entera.

—Ha sido una buena despedida, me alegro que lo hayamos hecho juntos. —Charlie la besó a modo de respuesta. —Ahora queda transformarnos.
—¡Como Goku!
—De verdad que no puedo contigo. Anda ve haciendo la cena que yo voy a escribir.
—Tú mandas, jefa.
—Si tú lo dices… —Y salió de la cocina contoneándose y soltando una risita. Fue al salón encendió el portátil, pensó en todo lo que acaba de pasar, en lo que habían hablado y comenzó a teclear.

“Son tiempos extraños, de los que hay mucho que asimilar y analizar. Proyectos nuevos e inesperados a los que les tendremos que dedicar muchas horas, el blog ha sido nuestra ventana por mucho tiempo y lo seguirá siendo pero sin obligación ni razón porque no tendría sentido que lo fuera. Dejamos de acudir a ella todos los días pero no desaparecemos de golpe ni para siempre, volveremos para conectar y seguir aprendiendo. Gracias por estar, gracias por vuestro tiempo y apoyo. Esperemos estéis todos bien y que las letras nunca cesen.Un abrazo, seguimos siempre conectados!!!”
Con todo nuestro cariño Iván y Katy.

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