Había una vez un pueblo de ratones que vivían atemorizados por un malvado gato negro. Era tan grande el miedo que sentían que algunos ratones, para protegerse a si mismos, hasta llegaban a pintarse de negro y ayudaban al gato a dar caza a sus hermanos.
Una noche los ratones, muy preocupados, se reunieron en la plaza del pueblo para debatir cómo podían solucionar el problema, aunque les costaba llegar a un consenso.
—Es culpa de los ratones jóvenes, que no actúan —dijeron unos.
—La culpa es de los ratones viejos, que no saben —respondieron otros.
Iban pasando las horas y un tercer grupo, más numeroso, fue ganando peso con su argumento, al que poco a poco se iban sumando los demás
—Es culpa de los ratones negros, son ellos quienes nos traicionan.
En esa discusión sobre quién tenía la culpa pasaron gran parte de la noche hasta que, cuando las primeras luces del alba se colaban por el agujerito de la pared que daba a la plaza, se escuchó una voz nueva.
—Yo podría ayudaros —dijo aquella voz melosa y aterciopelada. Todos giraron sus pequeñas cabecitas a la vez para descubrir a un enorme gato blanco que les contemplaba sin miedo—. Yo podría ocuparme del gato negro.
Los roedores corrieron a esconderse en sus agujeros.
—¡Es un gato! —gritaban espantados— ¡Un gato!
Corrían en círculos, tropezando unos con otros presas del pánico, sin saber muy bien a dónde querían ir, sólo buscando un camino de huida y repitiendo a gritos lo mismo una y otra vez.
—¡Un gato, es un gato! ¡Un GAATOOO!
El felino terminó de lamer su pelaje blanco y sedoso y después les explicó con mucha calma su posición.
—Soy un gato. Por eso puedo ayudaros, yo os defenderé. No más miedo de gatos ni ratones negros.
—¡Es un gato! —seguían gritando.
—¡Pero es blanco! —se oyó gritar desde algún agujero, y más voces se fueron sumando.
—Es verdad, ¡Es blanco! ¡No es un malvado gato negro!
Ahora, en el pueblo, ya nadie se preocupa por el gato negro y los ratones viven atemorizados por un malvado gato blanco, algunos incluso se visten de blanco y ayudan a cazar a otros ratones negros para protegerse a si mismos.
El temor a lo desconocido y nuevo. Una gran moraleja. Espero leer más. Siempre quiero escribirte pero sin querer acabo dejando abajo los correos y van pasando los días. Un feliz martes. Espero si te gusta mi blog me dijeras qué tal.
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👍
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Hola! Me gustó la historia. Solo una observación: debo entender que primero apareció el gato negro y después, el blanco para diezmar a los indefensos ratones. Saludos.
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Hola! Nosotros entendemos la historia como que los ratones intentan solucionar un problema y lo único que hacen es cambiarlo por otro igual. Pero cada uno puede sacar su propia lectura de la historia, es lo bonito. Gracias por comentar!!
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Pensé lo mismo, aunque también se puede agregar que el gato blanco se comió primero a los ratones negros, y los ratones blancos se paseaban muy contentos hasta que un día no quedaron más ratones negros…
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Muy bueno tu comentario gracias, a veces la misma historia tiene varios finales…
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Gran historia. Divertida y refrescante.
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Gracias!
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Excelente, muy bien narrado. Por momentos pensé que era un cuento de Disney.
mis felicitaciones.
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A laaaaa muchísimas gracias!!! 🙂 🙂 Que lujo de comentario… Nos alegra que te haya gustado. Un abrazo,seguimos conectados!!
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