LA IMPORTANCIA DEL MATIZ.

En una habitación aséptica, hay tres mujeres, vestidas con traje oscuro, señalando a través de un cristal, hacen muecas, sus rostros son neutrales aunque sus rasgos son amables.

—¿Cuál es el tuyo?
—Aquel de allí el de la esquina. ¿Y el tuyo?
—Este de enfrente
—¡Oooh que suerte, que majo parece!
—Sí la verdad que es una suerte y bueno el tuyo está muy bien que cara más dulce tiene.
—Sí, sí no me quejo, peores cosas hay.

La del medio permanece callada mirando a través del cristal sin más aspaviento.

—La última vez no fue nada agradable, esos días que te preguntas si existe un dios y si hay justicia en este mundo, pero bueno hay que seguir y una es una profesional —dice suspirando la priemra en hablar. —
—Si eso ante todo, y ¿tu? que no dices nada, ¿cuál es el tuyo?— pregunta la de la izquierda dando un codazo a la del medio.
—Aquel del fondo… el ultimo.
—Vaya chica hoy no es tu día… pero ya lo decía antes, la profesión primero. La próxima vez ya verás que será mejor, no siempre te va a tocar lo mismo ¿no?
—Ya van tres veces en este mes… a este paso no como.

Un pitido interrumpe su conversación.

—Es la hora

Las tres mujeres sacan del bolso unos velos, que se colocan con cuidado ayudándose mutuamente, unas gafas de sol y unos pañuelos. Se echan un último vistazo, una última mirada a través del cristal y salen con solemnidad por una puerta al fondo del pasillo.

—Suerte, a ver si nos vemos pronto.
—Dios te oiga.
—Y que sea para bien.

Al salir por la puerta aparecen en un cementerio, las mujeres se separan y cada una se encamina hacia una tumba dónde se arrodillan y acomodan.

Una de ellas se pone a llorar escandalosamente, clama al cielo y se da golpes en el pecho. En su lápida se puede leer: “Descanse en paz  Marlene Baptiste Momtpelier.”

Otra de las mujeres llora un poco más bajito, emitiendo pequeños suspiros y moviendo la cabeza con signo de negación sobre un mármol grabado: “El señor cuide los restos de Orlando Juarez”

La del medio, permanece serena, de vez en cuando hace que se seca las lágrimas, tose o carraspea flojito. En su tumba no hay más que un trozo de madera con la siguiente inscripción. “Shamira Jussef. Murió como vivió”. Pasada media hora se levanta, se estira el vestido y se despide de las otras plañideras, ella por hoy ha terminado.

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2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Clara dice:

    Sin palabras

    Le gusta a 1 persona

    1. KativaWorks dice:

      😘 Gracias por entender.

      Me gusta

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