Cuando Bobby era un cachorro le dieron a elegir entre dos collares de distinto color.
Bobby eligió el de su color favorito y desde entonces paseó orgulloso con su collar por la calle.
De vez en cuando el dueño le daba algún tirón y la mayor parte del tiempo no podía ir allí donde su instinto quería llevarle, pues estaba limitado por el collar.
Pero era el collar que él había elegido, así que no le importaba, por eso lo exhibía orgulloso siempre que podía y miraba con desprecio al resto de perros que llevaban collares de distinto color.
¡Vivan las cadenas! 😉
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😉
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Duro y a la cabeza.
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🙂 Gracias por estar e.vil. Un abrazo, seguimos conectados!!!
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•~… a la medida para reflexionar. Saludos!~•
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Gracias por tu tiempo y por comentar Aileen. Un abrazo, seguimos conectados!!!
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Realidad!
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Gracias por tu tiempo :*
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