—¿Por qué nunca sonríe Señor?
La pregunta pilló por sorpresa a Ralph, miró a su nuevo compañero, un chico joven recién llegado, aún le brillaban los ojos, aún no sabía dónde se había metido, le observó detenidamente y el tiempo se le echó encima como un aro de humo envolviéndole, se vio a él mismo, cuando aún era joven, cuando aún la sangre corría por sus venas, apenas habían pasado siete años aunque los sentía como si fueran el triple, se había convertido en viejo muy rápido, demasiado rápido.
Recordó el día en el que él mismo se alistó, seducido por el poder y las palabras que había detrás de los impolutos uniformes, nadie le llevo a rastras, aún nada había pasado, apenas comenzaba el resurgir de un odio que cambiaría las cosas para siempre. Él solo era un muchacho de pueblo que quería prosperar y sólo podría hacerlo si se unía al nuevo régimen que le prometía la luna y la luna era lo que él quería darle a Lizeth.
Hacía siete años que no pensaba en ella, que no se permitía pensar en ella, había desterrado todo sentimiento de su corazón, porque sentir no solo implica alegría, el dolor y la culpa eran aún más poderosos y si se hubiera dejado arrastrar por ellos nunca habría llegado hasta la posición que ahora ostentaba, nada de lo que había hecho habría tenido sentido aunque la pregunta, que tan inocentemente había pronunciado su imberbe compañero, le devolvía a una realidad en la que no quería pensar, en la que ninguno de los pasos que había dado desde que se alistara merecían la pena.
Se había perdido en la corriente y nada le podría salvar, porque a lo único que se hubiera podido agarrar, él mismo, lo había destruido.
La bella Lizeth…
Su rostro cruzó su mente con nitidez, sus cálidos ojos verdes, su rostro ovalado de piel suave y mejillas sonrosadas, su pelo ondulado y castaño del color de los árboles del bosque dónde se solían ver a hurtadillas, sus labios dulces como su sonrisa cuando le miraba… salvo aquella noche.
Aquella fatídica noche en la que él, siguiendo las órdenes de sus superiores, la había perseguido a ella y su familia para arrestarlos por ser contrarios al partido al que ahora pertenecía, en toda la amplitud de la palabra.
Ella trató de disuadirle, convencerle para que huyera con ellos, pero él no podía, su corazón ya no era de Lizeth, si huía sería un traidor, un cobarde, un don nadie… ella le miró y lo supo entonces, que el amor no siempre vence y su rostro palideció y escapó lejos llevándose para siempre la sonrisa de Ralph.
Aquella noche él no se marchó, aquella noche él perdió todo lo que se puede perder. Les dejó fugarse y fue amonestado, le llamaron débil, le encerraron en el calabozo y cuando salió a los tres días ya había dejado de ser él por completo. Nunca más dejó escapar a nadie, se hizo fuerte, cumplió con todas las órdenes sin jamás cuestionarlas, expulsó la empatía de su vocabulario y medró en su carrera. Se convirtió en alguien poderoso de cara pétrea.
Ahora, siete años después, todos los cimientos por los que había apostado se tambaleaban, el barco se hundía, sus actos tendrían consecuencias, su vida sería el precio. Sabía que todo llegaba a su fin.
Volvió a mirar al muchacho, era demasiado joven. Los últimos cartuchos que quedaban.
—¿Tú tienes motivos para sonreír? —le preguntó.
—Creo que sí señor, es decir, sí señor.
—Pues vete antes de perderlos.
—No le comprendo señor.
No, ese muchacho no le entendía pero lo haría. Ralph desenfundó su “luger” y le apuntó directamente al corazón.
—Te estoy dando una orden.
El soldado retrocedió unos pasos, esperando que bajara el arma.
—Señor, ¿es una prueba? Yo no voy a abandonar señor.
—¿Desobedeces una orden directa? —Ralph se acercó al chico y posó el cañón en su frente. Con su mano libre sacó las llaves de su auto —. ¡Vete, ahora!
El muchacho las recogió y salió corriendo. Ralph se acercó a la ventana para comprobar que se iba, luego se volvió a sentar en su mesa, sacó todas las balas de su pistola menos una. Hoy sería un cobarde de verdad, hoy sí huiría, no como aquella noche en la que no tuvo el valor de fugarse con Lizeth. Hoy había vuelto a sentir tras una simple pregunta « ¿Por qué nunca sonríe Señor? »
—Porque maté todos mis motivos para hacerlo —se contestó así mismo y dejó que la culpa y el dolor hicieran su trabajo.
Inspirado en Ralf y Liezel de «Sonrisas y lágrimas»
Ah, me ha gustado mucho. Según iba leyendo, me había venido la escena de Sonrisas y lágrimas sin haber leído tus palabras del final de la entrada. Siempre me dejó con mal sabor de boca esa escena, esa decisión del chico que había amado tanto a la chica. Es realmente un momento importante. La tesitura del chico… Qué bueno que te hayas inspirado en ello. Es una especie de secuela de «qué será de la vida de un personaje después de…» 🙂
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Que bien Olga! Sí a mí me pasó igual, me había quedado ese regusto amargo revoloteando por la cabeza, hace poco en videojuego un personaje se preguntó por qué otro no sonreía…se juntaron las dos piezas y salió este texto. Nos gusta mucho descubrir en nuestra imaginación el que será de… jejejej Gracias por tus palabras y por estar :* Un abrazo seguimos conectados!!
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Muy bueno.
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Muchas gracias e.vil 🙂 Un abrazo, seguimos conectados!
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Genial. Los personajes a los que el foco ilumina por un momento y luego abandona –imperativos de la mirada narrativa, y también de la vida– resultan muy interesantes. Es eso que comentó Olga, «¿qué fue de… ?». Cuando me contaban cuentos de niño yo era de los que a menudo preguntaban por los personajes secundarios y hasta marginales de los relatos; no me parecía justo que no se contara nada más de ellos. De adulto descubrí otra motivación, el placer de la polifacética riqueza de las experiencias vitales.
Bueno, tras este desvarío casi filosófico, quiero señalar que he disfrutado mucho el estilo y la forma en que está escrito. Muchas gracias y un saludo.
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Nos encanta tu reflexión Lothandir!! En la película de Trumbo dijeron una frase que nos marcó y nos destapó la imaginación » Si quieres saber qué pasó, escríbelo» . Nos pasa un poco así también lo que no está iluminado por el foco es lo que más llama nuestra atención. Curiosidades de niños :-). Gracias por estar y aportar. Un abrazo, seguimos conectados!!
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Una semblanza de la vida misma, cargas emocionales palpables. Gracias!!
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Gracias a ti por comprender y ver más allá. Gracias por estar y apoyar. Un abrazo seguimos conectados seguimos sintiendo!!
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