DEJARSE LLEVAR.

Poso el lápiz encima
 del papel en blanco
 esperando que surja algo
 que mi mente quiere
 racionalizar.
Aguanto unos minutos
 pero la hoja
 sigue inmaculada
 nada pasa,
 ninguna letra aparece.
 Me desespero
 grito, pataleo
 y vuelvo a empezar.
 Todo sigue igual
 la cabeza imagina
 esa gran historia
 que no sale de dentro,
 yo no siento nada.
 Tanto dí la última vez
 que las palabras
 se secaron en mis ojos.
 Repaso la gramática
 las reglas ortográficas
 las tildes, las comas
 sé lo que hay que hacer
 más el papel sigue intacto.
 Entonces dejo de pensar
 y observo las motas de polvo
 en el rayo de sol
al entrar por la ventana,
 suspendidas en el aire
 como pompas de jabón.
 Polvo que se vuelve hermoso
 al entrar en contacto con la luz.
 Noto que mi mano
 comienza a garabatear
 sin filtros ni imposiciones,
 las letras libres
 llenan el folio de palabras
 que antes no supe pronunciar.
 Expresando algo tan difícil
 como lo es el amor.
 Me dejé llevar, sin tapar huecos
 sin recitar las normas
 apartando expectativas
 sin querer contar
 ningún cuento específico.
 Y así sin más, sin apenas
 darme cuenta
 escribí cuatro hojas completas
 que hablan de ti y de mí
 sin razones ni preguntas
 la historia de un nosotros
sin mayores pretensiones.

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