El maquillaje caía por sus mejillas mezclándose con las lágrimas, confiriendo a su rosto, un aspecto siniestro como de muñeca de porcelana ajada.
Había sido un día intenso, cargado de emociones infinitas y efímeras, aún no se podía creer que fuera el final.
Apartó la mirada del tocador y agarró una botella de champan que alguien había dejado enfriando en algún momento de la tarde. La abrió haciendo saltar el corcho por los aires, lo vio subir y luego bajar hasta quedarse tirado en un rincón del cuarto. El día había sido como ese corcho.
Bebió dejando que aquel líquido burbujeante se deslizara por su garganta saciando su sed.
- Por ti señorita Rosa. ¡Larga vida!
Lo dijo sabiendo que no era cierto, en uno días la señorita Rosa se iría difuminando en la memoria de todos, incluso ella, apagaría poco a poco su estela, olvidaría su vida, hasta que solo quedara un breve recuerdo, convirtiéndose en una anécdota más.
Esta idea la perturbó, haciéndola sentir culpable al extremo.
- No, no, no, yo no te olvidaré, no dejaré que te vayas, que desaparezcas, que te borres tan fácilmente.- Cogió un vestido verde que había encima de una silla, lo olió y lo abrazó con todas sus fuerzas mientras seguía negando con la cabeza y con su cuerpo, en un balanceo de letanía convulsiva.
El calor comenzó a invadirla y sus entrañas dolientes se revolvieron llevando una arcada de bilis a su boca.
- ¡Imbéciles! ¡No saben lo que han hecho! Es demasiado pronto, aún tenías tanto que ofrecer… ¡todo por el dinero! ¡Es demasiado pronto me oís! – gritaba desesperada, con la mirada clavada en la puerta cerrada, cómo esperando que alguien entrara y detuviera todo este sinsentido. Pero nadie lo hizo-.Vale, vale, ya sé lo que voy a hacer… – Caminaba en círculos por el habitáculo, gesticulando contra el aire-.Intentaré cada año, no, eso no sería posible, quizás si yo les doy dinero, pero no tengo tanto dinero…
Las lágrimas volvieron a sus ojos y un nudo en su garganta quebró su voz.
- ¿Qué voy a hacer yo sin ti señorita Rosa? Me has dado tanto, no voy a ser capaz de recuperar mi vida, tú eras mi vida, tanto tiempo juntas. Dejaste que entrara en tus zapatos, que te conociera casi más que a mí misma y ahora te vas y no sé cómo dejarte ir…- Se desplomó en la silla con todo su peso y lloró amargamente dejando salir todos los sentimientos y frustraciones hasta que se quedó sin lágrimas.
Lentamente alzó su vista hacia el espejo y terminó de desmaquillarse, se retiró la peluca y soltó sus cabellos amarrados, ceremoniosa se quitó los pendientes y el collar guardándolos con sumo cuidado en una bolsita. Finalmente se vistió con su ropa y bebió otro trago largo.
- Adiós señorita Rosa, gracias por todo… el telón siempre acaba cayendo, antes o después-dijo exhalando un gran suspiro.
Echó un último vistazo a ese camerino que había ocupado durante tantos meses, apagó la luz y salió con la certeza de que ese personaje formaría siempre parte de ella, la había hecho mejor persona.
Respiró hondo, se encaminó hacia la salida dispuesta a encarar un nuevo papel y esperando que el siguiente fuera tan importante como su señorita Rosa con la que había «coexistido» durante los últimos meses de su vida.