De niño a adulto.
Todos en algún momento, más tarde o más temprano, terminamos perdiendo nuestro privilegio de la infancia. El privilegio de la libertad. La única etapa de nuestra vida en la que somos libres y de la que no somos conscientes (Chiste del universo).
Precisamente, a medida que aumenta la conciencia de nosotros mismos, vamos ganando responsabilidades y quedamos atados a las obligaciones. Comprendes que tienes que hacer cosas, aunque no te guste hacerlas. En ese momento entras en el maravilloso mundo de los adultos. Y cuando más consciente eres de ti mismo, es cuando menos libertad tienes. (Primer chiste del universo)
De hijo a padre.
De hijo a padre es una fase que nada tiene que ver con la descendencia. Es el momento en el que dejas de estar a cargo de alguien y pasas a ser responsable de algo o alguien. Es cuando eres tú el que tomas las decisiones y no el que espera a recibir órdenes. Es cada momento en el que enseñas algo en lugar de aprender. Es cuando tu jefe te hace responsable de algo. Cuando te nombran capitán del equipo.
Y este es un estado en el que vamos alternando constantemente a lo largo de nuestra vida. Siempre hay alguien de quién aprender, y alguien a quien enseñar. Eres hijo en el trabajo y padre en la familia.
De vivo a muerto
Y finalmente la fase final, por la que todos pasaremos tarde o
temprano. No se trata del momento en el que nos alcance la muerte,
sino el momento en el que somos conscientes de nuestra propia muerte.
De que nuestro tiempo es finito.
Cuando eso sucede, es cuando nos preguntamos. ¿Qué he hecho con mi vida? Lo habitual es tener este descubrimiento al final de la vida. Y entonces suele ser demasiado tarde. (Último chiste del universo
“Estamos en esta vida cuatro días y no te das cuenta hasta el cuarto”.
Kativa Works 